Hace muchos años, tantos que se convierten en siglos, un samurái que había vivido infinidad disputas luchando por su vida y en ocasiones por su muerte, fue a visitar a un anciano sabio para exponerle una duda que le atormentaba desde hacía mucho tiempo.
- Señor -dijo-, me hallo aquí porque necesito saber si existe el cielo y el infierno.
- ¿Quién lo pregunta? -dijo el sabio.
- Un samurái -respondió.
- ¿Y tú con este aspecto eres un samurái? Seguro que no eres más que un necio y un cobarde.
El samurái, encolerizado, desenvainó al pronto el sable, momento en el que el sabido dijo:
- Ahora se están abriendo para tí las puertas del infierno.
El samurái tuvo un punto de lucidez y comprensión, de modo que recuperó su compostura mientras que enfundaba el sable, y el sabio dijo en esta ocasión:
- Ahora realizas el camino hacia las puertas del cielo.
Se dice que el samurái tras este suceso, abandonó su oficio y vivió en paz.
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