Un hombre y su ira

Un hombre tenía recurrentes accesos de IRA que no lograba controlar. Muy preocupado por ello, se enteró de una persona que podía aconsejarle. Dicha persona vivía en la cima de una montaña. Decidido en visitarlo, acudió ante él y le expuso el problema, a lo que el sabio dijo:

- Amigo mío, hasta que no vea tu ira, no puedo aconsejarte. Cuando tengas un acceso de furia, ven y muéstramela, y de esta manera podré valorar la situación y alcance que te atañe.

Unos días después, el hombre sintió mucha ira y fue a visitar al sabio, pero cuando llegó ya se le había pasado y así se lo transmitió al sabio.

- Así no puedo aconsejarte. Necesito verte airado. La próxima vez ven con mayor diligencia- le dijo el sabio.

Unos días después, nuevamente apareció la incómoda ira y de manera ofuscada, el hombre acudió de nuevo hacia el lugar donde se encontraba el sabio, pero nuevamente, al llegar, ya no la sentía.

- ¡Vaya! - exclamó el sabio-. Tendrás que venir más rápido la próxima vez que te invada la ira.

Por lo que el hombre se fue nuevamente sin obtener una solución a su mal.

Unos días después, en cuanto sintió ira, el hombre salió corriendo tanto como pudo. Jadeante y exhausto, llegó a la cima de la colina, pero la ira ya había desaparecido.

Y el sabio le dijo:

- ¿Lo ves? La ira no te pertenece. Viene y se marcha como un torbellino. Lo que tienes que hacer es no dejarte atrapar por ese torbellino y buscar como mantenerte en pie no ser arrastrado por el torbellino de la ira.

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