Un golpe inesperado

Estaba pacíficamente sentado un derviche a la orilla de un río cuando un transeúnte que pasaba por allí, al ver la parte posterior de su cuello desnudo, no pudo resistir la tentación de darle un sonoro golpe. Y quedó encantado del sonido que su golpe había producido en el cuello del derviche, pero éste se dolía del escozor y se levantó para devolverle el golpe.

-Espera un momento- dijo el agresor, -puedes devolverme el golpe si quieres, pero responde primero a la pregunta que quiero hacerte. ¿Qué es lo que ha producido el ruido, mi mano o tu cuello?

Y replicó el derviche -Respóndete tú mismo. A mí, el dolor no me permite teorizar banalidades, tú puedes hacero porque no sientes lo mismo que yo.

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