El valor de cada uno

Cuentan que hubo una vez un hombre que anhelaba comprar un loro. Se acercó a una pajarería aunque ciertamente no disponía de mucho dinero, así que eligió uno intermedio de los tres que vio y preguntó su precio.
- "Ese que ha elegido señor -le dijo el dependiente- cuesta mil euros".
- "Pero, ¡no puede ser! Ningún loro cuesta tanto. Tiene que haber algún error", contestó sorprendido.
- "Tenga en cuenta que es bilingüe y eso encarece su precio".
- "Entonces, me llevo éste otro de la esquina", dijo, eligiendo al que parecía tener mejor aspecto de los tres".
- "Ese es aún más caro, señor. Ese -continuó el dependiente- cuesta diez mil euros".
- "¿Me está tomando el pelo o qué?".
- "No señor".
- "¿Por qué cuesta tanto, si es que puede saberse?".
- "Porque es trilingüe y se sabe El Quijote recitándolo del derecho y del revés".

Aquel hombre no salía de su asombreo.

- "Está bien -murmuró resignado-, en ese caso, me llevaré este -señaló refiriéndose a un tercer loro, ya bastante mayor por cierto, con lentes, desangelado y alicaído, como aquellos loros que están ya de vuelta de todo y que nunca se sorprenden ni se interesan por nada-. ¡He entrado con la intención de llevarme un loro y me llevaré un loro! No era lo que estaba buscando, pero es un loro al fin y al cabo, así que dígame ¿qué le doy por esta reliquia decrépita?".
- "Ese señor, es mucho más caro aún. Y prácticamente está vendido. Se trata de un loro muy demandado, ¿sabe? Diferentes personas y empresas quisieran hacerse con sus servicios, pero el precio les hace desistir".
- "¿Cuánto cuesta? -preguntó intrigado".
- "Mucho. Tiene un precio de cien mil euros, pero ya le digo que está prácticamente adjudicado".
- "Pero, ¿cómo es posible? ¡Ningún loro puede costar tanto!".
- "Lo sé, lo sé".
- "¿Qué sabe hacer?".
- "Eso señor, ninguno de los que trabajamos en la tienda lo sabemos, pero tenga en cuenta que los otros dos, cuando se refieren a él, le llaman jefe". 

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