Un discípulo desorientado, acudió a visitar a su maestro y le preguntó:
- Venerable maestro, ¿debemos ser ricos o pobres?
El maestro se quedó unos instantes pensativo, para después explicar:
- En esta vida hay dos grandes problemas -sonrió, sin dejar de clavar sus ojos profundos y sinceros en los de su discípulo-. El más importante es, con mucho, la pobreza. Créeme, amigo mío, no hay dificultad mayor. La miseria desola y atormenta. Pero el segundo problema es la riqueza, porque te ves obligado a emplear toda tu energía en conservarla, y así también te atormentas y no dejas de estar obsesionado.
- ¿Y qué se puede hacer entonces? -preguntó impaciente el discípulo.
El maestro repuso sosegadamente:
- Evitar tanto la una como la otra.
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