Cuenta la leyenda que en una reconocida familia de Inglaterra, una madre tuvo un parto de gemelas en un hospital de Liverpool. Vinieron al mundo dos hermosas niñas.
Las niñas crecieron en un entorno de felicidad, ellas se querían mucho y ambas eran el sol de su madre quien se sentía muy dichosa. Las niñas nunca se peleaban ni discutían.
Al cumplir los cuatro años, la familia tuvo que mudarse a la ciudad por motivos de trabajo del padre. Como todo el mundo sabe en la ciudad hay grandes peligros, pero quizás el principal peligro para los niños es el tráfico.
Todos los días la madre llevaba a las niñas al kinder caminando por las distintas calles de la ciudad, siempre con sumo cuidado de cruzar por donde se debía, y las niñas siempre iban cogidas de la mano la una de la otra, como si la seguridad de una dependiera de la otra.
Un día, la madre y las gemelas se dirigían al colegio, en medio de una gran avenida mientras cruzaban aparentemente de forma segura, a la madre la llamaron desde atrás, un segundo vital que coincidió con que las niñas se adelantaran tan solo unos pasos, momento suficiente para un camión que se acercase a gran velocidad y sin percatarse que las niñas habían comenzado a cruzar, la madre levantase la cabeza y viendo la imagen como si a cámara lenta sucediese al mismo tiempo que el terror la paralizó no pudiendo hacer nada por salvar a sus gemelas del fatal atropello que les causó la muerte sin que antes la mirada de las niñas se cruzase con la de su madre. No se pudo hacer nada, las niñas habían muerto.
Todos los familiares y allegados acudieron al elegante funeral, se notaba un dolor especial en el ambiente, había una sensación de tragedia, de una tragedia que posiblemente se habría podido evitar. pero nadie como la madre se lamentaba tanto, quien repetía y repetía una y otra vez que no debió haber soltado a las niñas y atender al teléfono y que deseaba que dios se la hubiese llevado a ella en vez de a sus queridas hijas.
Dos años más tarde y ya superado el trauma, la madre quiso volver a tener hijos; el padre aceptó. sin saber lo que iba a suceder de nuevo.
A los cuatro meses de embarazo el doctor comprobó que en su vientre había un bebé, un hermoso varón. La madre se propuso que lo querría como si nunca hubiese tenido hijos.
A los seis meses al niño ya se le veía claramente la forma de su pequeño y ligero cuerpecito, y a los ocho meses la madre sentía que ya no podía aguantar más así que fue un parto prematuro. La noticia cogió a todos desprevenidos y la madre que aún no estaba preparada, se desmayó durante el parto, en el que inexplicablemente nacieron gemelas.
La madre no dio importancia al hecho y daba gracias a dios por haberle devuelto a sus hijas, si bien la madre y el padre se decían que nunca mencionarían nada de lo que sucedió y que las tratarían como si fueran las primeras.
Una navidad, tres años después, la madre llevaba de paseo a las niñas por el fatídico lugar, y en el momento en que se iban a disponer a cruzar, la madre escuchó decir su nombre a lo lejos, en ese mismo instante las niñas se agarraron fuertemente a las manos de su madre y mientras iniciaban el paso para cruzar la avenida las niñas le dijeron a su madre: “mamá……no nos sueltes, que aquí fue donde nos mataron”.
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