¿Sólo tengo yo la culpa?

Un apacible campesino que sólo poseía un burro, cierto día, al acudir al establo para darle de comer, descubrió que se lo habían robado. Se dirigió al puesto de la policía y les contó lo sucedido, a lo que uno de los policías le recriminó con acritud:

- ¡Es usted un descuidado! No se le ocurre a nadie, desde luego, tener un cerrojo tan inseguro en la puerta del establo.

Otro de ellos, en muy mal tono, agregó:

- Es decir, que el burro se veía desde fuera, pero, ¿por qué la puerta del establo no era más alta? Si se veía al burro, eso resultó una tentación para el ladrón, claro que sí. ¡Vaya ocurrencia!

Un tercer policía que se encontraba en la comisaría añadió:

- Pero hombre, lo que resulta inexplicable es que usted no estuviera vigilando al burro. Cada uno tiene que cuidar de lo que posee, vigilarlo y espantar así a los ladrones. Usted se ha comportado de forma negligente y por eso le han robado al animalillo.

A pesar de su paciencia, el campesino no pudo contenerse más y replicó:

- Pero bueno, señores policías, está bien que me llamen la atención, pero me gustaría decirles que alguna culpa debe de haber tenido el ladrón, ¿no creen?, vamos digo yo.

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