Ambos
salieron a escena, el próximo truco que iban a realizar era el afamado “la
mujer serruchada”, entre nosotros, un truco fácil de hacer si las hojas del
serrucho no están afiladas.
La
mujer se metió en la caja compartimentada para realizar su actuación. El mago
cerró las cuatro puertecitas, dejando ver en todo momento que su ayudante se
encontraba en el interior del artilugio. Unas vueltitas por aquí, otras por allá y la magia
estaba lista para ser ejecutada.
El
mago cogió los serruchos sin orden alguno, y con naturalidad comenzó a
atravesar las cajas por las rendijas preparadas para ello. Acto seguido venía
la parte más difícil del truco, separar el cuerpo de la muchacha en cuatro
partes, y para asombro de todos, la gran caja se convirtió en cuatro pequeñas
cajas, cada una de ella con una parte del cuerpecito de la mujer.
Como
todo el mundo sabe, en la magia lo más importante no es hacer el truco, sino
hacer que todo vuelva a la normalidad, pero, ¡oh!, un error cometido por el
mago se convirtió en trágico, el mago no sabía contar, y al coger los serruchos
sin orden, no había manera de colocar adecuadamente las cuatro cajas en una.
Autor. Robert Mendoza
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