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El charlatán

Un hombre que se hacía pasar por un santo fue requerido para efectuar un milagro.
 
En esta ocasión, como en todas las que el hombre se afanaba en promulgar, el milagro no se produjo, así que el pretendido santo pensó que no le vendría mal desaparecer por un tiempo, acción que ya tenía por costumbre, y, decidió que lo mejor era marcharse de allí cuanto antes.
 
Viendo tal comportamiento, los presentes se dirigieron a él increpándolo:
 
- ¡Vaya santo que eres, que no sólo no haces milagros como afirmas, sino que además te vas sin dar ninguna explicación!
 
- Eso no es así- respondió el embaucador-, pues los santos no somos ni orgullosos ni obstinados. Si el milagro no sale a la primera, yo acepto humildemente los dictados del cielo y no me obstino en realizarlo de nuevo.
 
Y el farsante, con tales explicaciones, y como los otros querían creer, continuó conservando intacta ante los demás su pretendida condición de santo.

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