Estaban reunidos un grupo de discípulos y su guía, disfrutando de un almuerzo copioso. Llegó el momento del postre, y el guía ofreció un trozo de melón a uno de sus discípulos.
- ¿Tiene buen sabor el melón?- le preguntó a continuación.
- Sí, tiene un sabor excelente- dijo el discípulo.
- Pero, ¿quién tiene buen sabor: el melón o la lengua?- volvió a preguntar el guía.
- Bueno, el sabor nace de la interdependencia del sabor del melón con la lengua. Es un efecto que se produce...- empezó a elucubrar el discípulo, que era muy dado a los conceptos y siempre quería dejar satisfecho a su mentor, a lo que el maestro le interrumpió diciendo:
- Necio, no te compliques más. El melón está bueno. La sensación es buena. Eso basta. ¡DISFRUTA!
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