Soy una princesa...

Hola, soy una princesa, sí, pero no una normal. Soy una princesa que pasa de príncipes azules. Y me preguntareis ¿por qué? Porque estoy harta de perseguir a los mismos príncipes que persiguen las demás. ¡Siempre azul!, como si no hubiera más colores en el mundo, y claro, ellos contentos y creídos ya que todas las damiselas del reino suspiran por sus besos. Por eso yo prefiero un príncipe rojo, o verde o violeta…, y es que, ¿habéis visto alguna vez una princesa que sueñe con que un príncipe verde venga a conquistarla a lomos de su descapotable?..., si, ya lo sé, esa es otra…, ¿por qué no un caballo? No es que no me gusten los caballos, simplemente los  prefiero dentro del logo de la marca del descapotable rojo en el que va a llegar a conquistarme mi príncipe. El caballo de verdad lo dejaremos para los largos paseos que nos vamos a dar los fines de semana en el club de campo…, porque palacio, tampoco, ¿para qué? teniendo un enorme ático dúplex de diseño, con las mejores vistas de la ciudad, con su gran terraza, y a dos pasos de las mejores tiendas de marca internacionales…, ¿para qué querer un palacio a una hora en coche, con veinte alcobas (de las cuales sólo usas dos o tres) y 4 salones, repletos de lámparas de araña, tapices y muebles rococó, y con  tráfico para ir y venir diariamente y alejada de la vida social de la city y los clubs de moda?

Y no, tampoco quiero hadas madrinas que me regalen un precioso carruaje, tirado por seis corceles blancos pero que desaparece a las doce de la noche. ¡No!, yo soy de las que le gusta ir de fiesta sin hora de regreso, y a mí los zapatitos de cristal, como que no los veo muy cómodos. En vez de hadas madrinas prefiero mi visa platino sin límite, que me permite comprarme mis zapatos Manolo Blahnik con los que ir a la última y tan cómodos como para no parar en toda la noche.

Y claro con todo esto que os he contado me diréis, ¡no eres una princesa, no te pareces en nada a ellas! Y puede que tengáis razón. Un día, decidí salirme de los cuentos, porque en los cuentos estaba todo escrito y yo no quería que mi vida estuviera escrita. Quería que cada día fuera diferente. Decidí también salirme de los periódicos, porque en los periódicos sólo había malas noticias, crisis, guerras, hambre, penurias, corrupción…, ¡y no,  yo no quería  mezclarme con eso! Decidí hacer mi vida. Si acaso, para no perder la costumbre, aparecer de vez en cuando en alguna revista de papel cuché, vendiendo alguna exclusiva que otra y dejándome ver en actos sociales, sólo para que la gente recordara que sigo siendo una princesa.

Y por ahora he decidido que mi historia no termina con un colorín colorado, ¿con un azulín azulado?, tampoco, suena fatal. Mi historia comienza cada día y no tiene fin, no de momento…, y sí, soy feliz, pero no como perdiz, al menos no todos los días…, prefiero un buen jamón ibérico pata negra y fresas con champán todas las noches…, y porque la vida es así, me mudé del reino muy muy lejano, aquí cerquita, y quién sabe, a lo mejor algún día, decida convertirme en reina.
Autora: Elisa Mª Casanova

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