Si al final tendré yo la culpa

Un pobre campesino, tras regresar de sus labores en el campo y acercarse a donde se debía encontrar un burro que tenía para ayudarle en la carga de la recolección de los alimentos que plantaba para darle de comer, se encontró con que el burro había desaparecido, y eso que la puerta del establo estaba cerrada y el burro atado a un poste.

El hombre se acercó al puesto de guardia para denunciar que le habían robado su burro, a lo que los polícías le pidieron que explicase con pelos y señales los detalles de lo que había sucedido. Después de oírle, uno de los guaridas le dijo con acritud:

- Pero hombre, es que ha tenido usted muy poco cuidado; sí, la verdad es que ha sido bastante negligente. ¿Cómo se le ocurre cerrar la puerta del establo con una cerradura tan frágil en lugar de poner varios cerrojos?

Otro de los guardias dijo:

- Ha sido una insensatez por su parte permitir que desde la calle se pudiera ver la cabeza del burro. ¿Acaso no pudo haber levantado más el muro?, y así habría ocultado bien al animal!
Un tercer guardia intervino diciendo:

- ¿Dónde estaba cuando le robaron al burro? Si se hubiera quedado allí atento, habría visto al ladrón llevarse al jumento, fíjese que incluso es probable que el ladrón hubiese desistido de su acción.

Entonces el denunciante, al límite de su paciencia, dijo:

- Señores guardias, me puede parecer acertado hasta cierto punto cada uno de los incisos que están alegando, ¡¡¡pero supongo que alguna culpa ha de tener también el ladrón!!!, ¿o no?

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