Las grandes cosas parten de pequeñas cosas

El discípulo le dijo al maestro:

- Me gustaría hacer cosas muy importantes, para mí y para quienes me rodean.

- Bien, bien... -dijo el maestro, casi como si no lo oyera-. Ya las harás, tienes mucha vida por delante. Así que ahora lava los platos.

Cuando el discípulo acabó de hacerlo, el maestro le dijo:

- Barre el patio.

El patio tras varios repasos quedó reluciente como un espejo, perfectamente limpio y pulido. Nuevamente el maestro ordenó:

- Ve a recoger los excrementos de los animales del establo para preparar el fuego.

Así lo hizo el discípulo, y a continuación el maestro le pidió:

- Prepara la cena.

Una vez preparada la cena, el maestro indicó:

- Lava los platos.

El discípulo los lavó y tras un suspiro se lamentó muy compungido:

- ¡Pues sí que estamos bien! ¿Y dónde están las cosas relevantes?

El maestro respondió:

- ¿Te parece poco relevante lo que has hecho? Aparentemente son cosas pequeñas, pero no por ello dejan de ser importantes. Y además, si haces bien las cosas pequeñas, también harás bien las cosas grandes y trascendetes cuando lleguen.

- Anda, ve y prepara el té -replicó el maestro.

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