Guillermo Tell, el afamado ballestero de los cantones suizos se vio abocado, por su orgullo de no postrarse ante el símbolo de la soberanía de la casa de los Habsburgo, a tener que disparar una flecha contra una manzana alojada en la cabeza de su hijo a 80 pasos de distancia.
La leyenda cuenta que Guillermo cargó dos flechas en la ballesta, una para atravesar la manzana y otra dirigida al corazón del gobernador en caso que su hijo fuese herido.
Tal vez por fortuna, tal vez por su excelente puntería, aunque nadie debe olvidar la valentía de su hijo, Guillermo Tell no tuvo la necesidad de utilizar esa segunda flecha, incrementando al mismo tiempo su ego por su excelente habilidad. A partir de ese momento se dedicó a convertir su habilidad en un show, y por cada pueblo que recorrían él y su hijo hacían alarde, el primero de su puntería, el segundo de su valentía y confianza.
Pero un día sucedió que su hijo se aburrió de la manzana en la cabeza y echó a correr y el padre lo maldijo, pues como entonces iba probar su destreza.
Guillermo Tell, no comprendía la reciente cobardía de su hijo. La realidad, el hijo creció, y ahora es él quien quiere tirar la flecha, pues le toca a él probar su valor usando la ballesta.
Guillermo Tell no comprendió el empeño, ¿quién se iba a arriesgar al tiro de esa flecha?, más se asustó, cuando el pequeño dijo:
- Ahora padre, te toca a ti la manzana en la cabeza.
A Guillermo Tell no le gustaba la idea, se negaba a ponerse la manzana en la cabeza.
- Hijo mío, ¡no es que no crea en ti!, pero, ¿qué va a pasar si sale mal el disparo de la flecha?
La leyenda cuenta que Guillermo cargó dos flechas en la ballesta, una para atravesar la manzana y otra dirigida al corazón del gobernador en caso que su hijo fuese herido.
Tal vez por fortuna, tal vez por su excelente puntería, aunque nadie debe olvidar la valentía de su hijo, Guillermo Tell no tuvo la necesidad de utilizar esa segunda flecha, incrementando al mismo tiempo su ego por su excelente habilidad. A partir de ese momento se dedicó a convertir su habilidad en un show, y por cada pueblo que recorrían él y su hijo hacían alarde, el primero de su puntería, el segundo de su valentía y confianza.
Pero un día sucedió que su hijo se aburrió de la manzana en la cabeza y echó a correr y el padre lo maldijo, pues como entonces iba probar su destreza.
Guillermo Tell, no comprendía la reciente cobardía de su hijo. La realidad, el hijo creció, y ahora es él quien quiere tirar la flecha, pues le toca a él probar su valor usando la ballesta.
Guillermo Tell no comprendió el empeño, ¿quién se iba a arriesgar al tiro de esa flecha?, más se asustó, cuando el pequeño dijo:
- Ahora padre, te toca a ti la manzana en la cabeza.
A Guillermo Tell no le gustaba la idea, se negaba a ponerse la manzana en la cabeza.
- Hijo mío, ¡no es que no crea en ti!, pero, ¿qué va a pasar si sale mal el disparo de la flecha?
Autor. Robert Mendoza
Basado en la canción de Carlos Varela
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